26 febrero 2012

Biodiversidad (II)


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En la anterior entrada sobre biodiversidad me planteaba muchas preguntas sobre la capacidad del hombre para manejarla, y si le es lícito hacerlo, y donde está (si lo hay) el límite que no debe cruzar para evitar que se produzca una catástrofe.

Gracias a los comentarios de una amiga filósofa y de otra bióloga en esa entrada, y también con ideas del ya tan usado libro de Hombres de ciencia, hombres de fe, mis planteamientos han cambiado bastante.

Para empezar, Ángel Guerra Sierra declara que “ (…) la cuestión de la protección del medio ambiente es un tema religioso. Esa consideración ha llevado a numerosas confesiones cristianas y también a la Iglesia católica a declarar que el impulso que lleva al hombre contemporáneo a plantearse importancia fundamental de la cuestión medioambiental puede definirse como algo muy propio de su dignidad como persona, y por lo tanto algo ético y moral.
Por otra parte, la visión bíblica muestra que Dios encargó la creación al cuidado del hombre para que actuase como administrador y custodio, no como amo absoluto. (…) Los hombres, en lugar de usar su capacidad para transformarla han optado por manipularla en tantas ocasiones y extraer de ella el beneficio más rentable, sin reflexionar sobre las consecuencias.”

Es interesante también la visión de Rafael Gómez Pérez que señala los primeros capítulos del Génesis y la poesía de San Francisco de Asís como las primeras manifestaciones de ecologismo.
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En cualquier caso, al margen, de la visión religiosa del hombre, si le consideramos capaz de sostener el planeta y su biodiversidad, aseguramos que es posible frenar el cambio climático (al menos lo que se deba a la acción antrópica), que el hombre como parte del ecosistema planetario es capaz de vivir en equilibrio con las otras especies, en la biodiversidad.

Entonces, todos los avances del conocimiento y de la técnica humanas le facilitarán la tarea del Desarrollo Sostenible. Por ejemplo, la teoría de la evolución es una herramienta potente para el manejo de la biodiversidad como se señala en Hombres de ciencia, hombres de fe: “Para controlar la biodiversidad a cualquier nivel, se precisa una correcta identificación de los organismos. Por otra parte, si es necesario tomar decisiones sobre la conservación de una especie, entonces se precisa también conocer sus relaciones interespecíficas con objeto de determinar la singularidad de las mismas. En otras palabras, si una especie en cuestión es el único representante vivo de una línea evolutiva divergente, o si es un miembro de un complejo de especies muy similares y relacionadas entre sí. (…) “.

Me gusta la definicíon, implícitamente evolucionista de Santo Tomás de Aquino: “La Naturaleza no es otra cosa sino el plan de un cierto arte, concretamente un arte divino, inscrito en las cosas, por el cual esas cosas se mueven hacia un fin determinado como si quien construye el barco pudiese dar a las piezas de madera la facultad de moverse por sí mismas para producir la forma del barco.”

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Pienso que por eso, la contemplación de la Naturaleza provocó el inicio de la ciencia, el inicio de la filosofía y el inicio del arte. Cada cual se ha aproximado a la Naturaleza desde su punto de vista y su método particular. Al fin y al cabo, no podemos olvidar de que nosotros somos parte integrante de esa Naturaleza, y por tanto, estamos tambíen sujetos a sus reglas. Con la ventaja respecto a los demás, de que podemos hacer mejor las cosas, y hacer una buena gestión de la biodiversidad.

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