11 septiembre 2017

Memorias de verano (2017)

Vía
Volver al pasado pisando las huellas
que quedaron. Todo es igual pero todo ha
cambiado. Los lugares son más pequeños
o es que hemos crecido demasiado para
caber allí. Sobre todo, falta gente
que solía acompañarnos, y queda un vacío
gélido que rompe una parte del alma.

¿Dónde está Agustín? Nadie espera junto a la
puerta, no hay más paseos por las playas o los
acantilados. ¿Quién captura las pulgas
de mar para usarlas en la pesca? Siguen
haciendo agujeros fugaces sobre la
arena; saltarines incansables de
la orilla. ¿Y los perros que nos asustaban?

¿Dónde está Angelín? Ya no hay cerdo ni vacas
tampoco gallinas, aunque está la fuente
de piedra con renacuajos como los de antes,
que Angelín cazaba para hacer reír
a los niños que fuimos, y arrojárselos
a las gallinas (que no se los comieron).
Tampoco usamos el camino de moras.

La casa donde nació el abuelo ya no
tiene las ventanas color verde, y aquellos
árboles frutales donde recogíamos
manzanas y peras, ahora están enfermos.
Nadie recoge la fruta que se pudre
en el suelo, dejando olor fermentado.
Ese mismo que ha quedado en mis recuerdos.

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