22 diciembre 2018

Feliz Navidad :)

Hola, me llamo Dolores y desde el 1 (o quizá sería más exacto el 2 o el 3) de septiembre estoy también que no me lo creo :) Tengo días buenos y malos, pero ningún día malo se parece a los meses antes de verano, o al último año o incluso a los últimos años. Hay problemas y preocupaciones pero, de momento, no son capaces de hundirme. Hay cosas que mejorar pero no me ahogan en un vaso de agua. ¡Y hay tanto que celebrar! La vida es una pasada y me sonríe cada día. Tengo que aprovechar y disfrutar mientras pueda :)

Y ya está. Quería contarlo porque no es justo que comparta solo cuando estoy mal, también quiero compartir mi alegría de estar bien.

Y aprovechar para desearos una muy feliz Navidad, celebréis lo que celebréis estas fechas. Yo voy a pasarlas con mi querida y loca familia, y lo estoy deseando con todas mis ganas. Os deseo lo mejor, que seáis tan felices o más de lo que yo soy ahora. 

Mi belén este año es una mezcla de la plaza del ayuntamiento de Marburg con los castellers típicos catalanes ;)

22 octubre 2018

Séptimo cumpleblog: otra vuelta al Sol, ¡y van siete!

Estamos con la cuenta atrás de la segunda edición de BCNspiracy... y justo ahora este blog cumple 7 añazos: 7 años de Blogger, 7 años de Ununcuadio en las redes, 7 años de las mejores cosas que me han pasado en esta vida... Así que sí, es toda una fiesta a celebrar :)

Y además me viene bien pasar revista a los últimos 365 días para ser objetiva y darme cuenta de que no todo ha sido tan oscuro como me parece. Ha habido muchos días de M, es verdad, y qué bien me ha venido desahogar todos esos pensamientos destructivos que me asaltan con las amistades, con la tesis, cuando doy charlas, cuando estoy cansada, cuando me come la angustia, cuando me muero de miedo a la recaída o a las vías del tren.

Pero también ha sido un año repleto de libros sensacionales como Los relojes tienen un horario que cumplirThe Coming PlagueEl nacimiento de una especiePrimatesLa vida heroica de Marie CurieAbrir en caso de ApocalipsisLas guerras del uranioLos días igualesTierra¿Nos estamos volviendo locos?.

Ha sido un año de escribir ciencia en historias apasionantes como los heliostatos de Rjukan, aventuras con el agua pesada en la Segunda Guerra Mundial, el virus y los murciélagos de Marburg, el arte de la ingeniería de las Strandbeests, cacharrear para hacer un refresco de uva a lo Breaking Bad, temas más relacionados con mi tesis como la joya de la corona (proteica) o Juego de tronos de... microscopios, pasando por contestar a la pregunta Naukas 2018 o participar en el #retoNaukas11F con una de mis científicas favoritas. Y mandarle otra carta a mi abuela sobre las distintas demencias.

Ha habido experiencias alucinantes como los meetup de Barcelona Fun Science, o el de Postcrossing. Por no hablar del honor de haber sido invitada al instituto Manuel Vázquez Montalbán con motivo del Día de la Mujer y la Niña en Ciencia y jugar con sus alumnos a aprender más de la vida de Hipatia de Alejandría, Hedy Lamarr, Dorothy Crowfoot Hodgkin y Josefina Castellví. ¡Y participar en #Naukas18 después de dos años sin ir! Precisamente el título de "Muerte no seas creída" viene de atreverme a darle una tercera mano al soneto sacro X de John Donne.

Y es que también ha sido un año repleto de poesía con Gloria Fuertes en defensa del taco, con José Luis Tejada, y con consejos para (futuros) poetas de Fernando Ortiz y Stefan Zweig y un par de haikus a destiempo (Camino del ferro y Primavera).

Nos hemos atrevido a contar cuentos breves (La mujer del paraguas verdeSole y FruEl cartón de leche) y a hacer el payaso por Navidad (¡Feliz Navidad! y Una escalofriante historia (II)). 

En Twitter lo hemos dado todo con #unacitadiaria, citas como las de Domingo de Gloria Fuertes.

Y como faltan 4 días para BCNspiracy, dejadme que os dé la brasa un poquito... Ha sido un año en el que, por una temporada, me desvinculé del proyecto, pero ¡he vuelto! Y me "estrené" de nuevo presentando las charlas que participaron en el Festival de la Ciència de Barcelona y haciendo de jurado en el pre-evento de Vil·la Urania porque BCNspiracy es siempre un no parar. Así, este año hemos lanzado por primera vez un crowdfunding para poder redondear un programa de lujo. Es un gustazo poder organizar un evento tan chulo con gente tan involucrada en el día a día. Ahora ya con los nervios previos para que todo salga bien e incluso superemos nuestras expectativas más optimistas. Con muchas ganas de darlo todo y de disfrutar. Con la ilusión de que mi hermanísima dará su primera charla de divulgación científica. Y yo también hablaré de la Guerra Fría en la tabla periódica. Y oye, después de haber tenido el lujo de ensayar con algunos de los ponentes de esta edición os lo digo de corazón: vais a flipar :D Stay tuned.

Moles de gracias por estar ahí, haciendo mi mundo un poquitín más luminoso, moláis mucho.

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27 julio 2018

Hemos apoyado crowdfundings por encima de nuestras posibilidades: BCNspiracy

Rompamos el hilo monótono y quejica de mis últimas anotaciones. En este diario de M, más o menos cada día voy tomándole la temperatura a mi depresión e intentando explicar cómo es vivir con ella. Pero hay cosas que me motivan muy mucho y hoy quería compartir con vosotros una de ellas.

Además, hacía mucho tiempo que no os daba la tabarra con los crowdfundings. Yo sigo participando todos los años en los de Desgranando Ciencia, pero por motivos económicos me mantengo al margen de libros, revistas, etc., en los que antes me lanzaba sin dudarlo.

Un crowdfunding te da la oportunidad de formar parte de un proyecto contribuyendo a su desarrollo y recibiendo una recompensa. Es tu oportunidad para ser el primero en tener un libro dedicado por el autor o material de merchandising de tu evento favorito. Y la sensación de orgullo cuando se consigue la meta final del crowdfunding es impagable.

Como presi de Hablando de Ciencia y organizadora (según qué edición) de Desgranando Ciencia me ha tocado estar en "el otro lado" del crowdfunding: cuando contienes la respiración deseando que, un año más, salga adelante: el lento subir de las donaciones..., ser un brasas a base de compartir..., ¡suplicar incluso!

Equipo y ponentes de la primera edición en 2017

Pues bien, en esta ocasión estoy participando en construir un crowdfunding desde cero. Lo que, tras las experiencias previas en Desgranando, me había jurado que no haría nunca. Pero ya se sabe que este tipo de promesas no sirve para nada cuando la vida llega arramblando contra ellas. La ocasión lo merece. Y es que ya os he hablado otras veces de un sueño hecho realidad que se llama impronunciablemente BCNspiracy.

Y es que frente a mis inseguridades, mi complejo de impostor, y todos mis sesgos negativos que configuran de alguna forma mi personalidad tendente a la depresión..., como científica no puedo negar los hechos: el hecho de que he montado con un grupo de amigos heterogéneos un GRAN evento en Barcelona donde el público vino y salió encantado. De hecho, de ese público ha salido la segunda generación de BCNspiradores, un equipo comprometido hasta la médula y muy capaz, que está tirando adelante de áreas tan importantes como la comunicación institucional, redes sociales, web, audiovisual, talleres y un largo etcétera. Es muy ilusionante ver que la primera edición a pesar de las dificultades, de que la serendipia jugó un papel quizá demasiado importante en un evento un tanto caótico, ha llamado a alistarse a personas alucinantes que están sacando a pulso esta segunda edición. Con lo cual ¡muero de ganas de ver el resultado final! Si la primera edición a nivel principiante fue un éxito, ¡que no será la segunda! Manténganse atentos a la pantalla para no perderse el mínimo detalle.

En BCNspiracy vivimos aventuras como divulgar bajo la lluvia
Así que ahora formo parte del flamante equipo de Financiación que tiene entre sus tareas organizar el crowdfunding. Un crowdfunding que lleva activo un mes en la plataforma GoFundMe, un crowdfunding en el que hemos puesto nuestro corazoncito contándoos en qué consiste el proyecto y por qué es tan inspirador/conspirador y currándonos las recompensas basándonos en lo que os puede motivar. Nuestros objetivos, para que nos vamos a engañar, son muy ambiciosos: pretendemos conseguir 6000€. Esto nos permitiría traer los mejores ponentes de fuera de Cataluña, poner en marcha el streaming más brutal, subsanar los gastos del evento, etc. Cabe recordar que todo el equipo BCNspirador trabajamos (en esta y en la anterior edición) de forma gratuita y altruista en el proyecto, simplemente porque estamos enamorados de él. Estamos encantados de meter horas porque las disfrutamos. Pero no podemos financiar las necesidades para hacer crecer el evento hasta que sea un referente a nivel estatal. We need help. Te necesitamos. Sí, a ti.

No buscamos grandes donaciones... (¡Ojo!, si quieres donar el dinero de la herencia de tu tío multimillonario no la vamos a rechazar..., tú ya sabes...) Celebramos cada euro donado como si fueran un millón, porque eso significa que te has embarcado en la apasionante aventura de la divulgación científica y nosotros estamos orgullosos de contar contigo entre la tripulación de la nave BCNspiradora. Puede ser que ni siquiera te puedas permitir una pequeña donación, sabemos que son tiempos malos..., pero difundiendo la campaña de crowdfunding (quizá entre tus tíos multimillonarios vivos) ya nos estás ayudando. Sobre todo, esperamos verte el 27 de octubre en CosmoCaixa y poder darte las gracias por tu apoyo personalmente. ¡Gracias de corazón!

23 julio 2018

Cansancio de ser

Intentando hacer una crónica de mi día a día, me encuentro volviendo a pensar más o menos lo mismo que en 2011-2012, y releo lo que escribí entonces en clave de poesía. 
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Últimamente, levantarse se hace muy cuesta arriba, no tanto por cansancio sino por querer huir de la vida real y sus obligaciones. Aun así estoy consiguiendo llegar todos los días a una hora decente al trabajo, a costa de correr como una loca de aquí para allá o dejar de prepararme comida. Suena el despertador y se me hace un mundo lo que ayer era un firme propósito. Y voy retrasando el reloj para retrasar lo más posible el momento de empezar a luchar...

Una vez de pie todo es más fácil, pero ¡ay como cuesta ese simple movimiento! Siento que estoy haciéndome un pulso a mí misma tal como plasmé hace unos años en la Lucha del yo.  

20 julio 2018

El grito mudo

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Yo no te he llamado, ente viscoso y resbaladizo, ¿por qué te has instalado de nuevo en mi pecho? Pesas, pesas mucho. No me dejas respirar con normalidad. Y cuando intento atraparte, te deslizas entre mis dedos y te escapas sin dejar de pesarme como una piedra en los pulmones. No te capturo porque aunque te note en la garganta o cerca del corazón, en realidad, sé que estás metiendo bulla en mi cabeza. Mis pensamientos negativos, puede que mi agotamiento, te han dejado paso y ahora no sé cómo echarte. Solo cuando logro distraerme desapareces momentáneamente. Sales espantada de mi vida mientras la vivo con intensidad. Pero luego..., pesas tanto..., que deformas mi cara en una mueca triste que cuesta disimular. Quiero arrancarte de mi pecho, tomar antibióticos de profilaxis para evitar que vuelvas en un futuro. No es fácil vivir contigo, te aprovechas de mí y me chupas la sangre como un parásito cualquiera. ¡Ay de ti como te pille!, ¡vas a desear no haberte metido nunca conmigo! 

19 julio 2018

Dar una charla con depresión

Echando un vistazo atrás..., no hay charla que no haya dado hasta arriba de medicación. Desde el día de 2012 en el que se me ocurrió apuntarme a Tesis en 3 minutos para presentar mi trabajo fin de máster a la próxima charla que daré si todo va bien en Naukas Bilbao 2018, me ha acompañado la paroxetina, y en la mayoría la mirtazapina y el clonazepam. Eso sí, me estreno con lamotrigina. Pastillas rules

Sin haber pasado por mi episodio depresivo grave de 2011 no se me hubiera ocurrido nunca  (remarcado y con negrita) presentarme voluntaria para hablar en público. Podía soñar (¡y lo hacía!) con atreverme un día pero no me lanzaba a intentarlo o a poner los medios para conseguirlo. 

De hecho, las dos primeras veces que di charla lo pasé fatal y no sé cómo me comí el coco a mí misma para participar en Naukas 2013... Sé que me preparé a conciencia y que sufrí bastante, pero una vez en el escenario me dio un subidón de los buenos buenos, me sentí de repente arropada por el cariño de los naukers y del público. ¡Eso sí que fue una absoluta pasada! Pero lo mejor es que no fue un hito aislado sino que desde entonces con sus más y sus menos he disfrutado TODAS y cada una de las charlas que he ido dando, de ciencia y no tanto y con públicos de lo más variado. Quiero destacar los dos Ignite en los que he participado, porque ensayar con gente que domina la oratoria y con compañeros oradores es de lo más apasionante y agradecido cuando por fin te subes al escenario y lo das todo. Además de que me han permitido dar mi charla más personal de todas

La charla que más he sufrido fue en el Naukas Passion for Knowledge, en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia. Ese verano habíamos dado por finiquitado mi episodio de 2011 y habíamos ido retirando poco a poco la medicación. Pero llegó la vuelta al cole y la presión por irme de estancia a Marburg... y empecé a caer en picado, con el resultado de que fue preciso ponerme nuevamente pastillitas. Solo que los antidepresivos requieren un tiempo de semanas o meses para que se note su efecto, así que no estaba para nada protegida cuando me tocó hablar. Fue durillo, el público no se reía de mis ocurrencias ni de las payasadas de mi hermana, al principio no era capaz de controlar el mando de las diapositivas..., y un largo etcétera. Eso sí, había sido una gran idea plantearse una charla a dúo con alguien tan de confianza como Carmen, que me apoyó en los ensayos y en la realización final, en la que yo sentí que ella se hacía cargo de las miradas de ese público tan serio, mientras yo pasaba desapercibida a su lado. 

Creo que podemos resumir todas estas ideas de manera que me ayuden en las siguientes charlas en Bilbao, BCNspiracy y Escèptics al pub: ¿cómo dar una charla con depresión?

1. Echarle huevos.
2. Prepararse mucho. No está de más asistir a cursos de hablar en público o al menos pedir ayuda a un profesional.
3. Ensayar y si es posible con público.
4 (y quizá más importante). Rodearse de gente querida que te apoye desde y fuera del escenario.


18 julio 2018

Si termino la tesis...

- Estás muy segura de que no la vas a acabar...

Sí, a día de hoy estoy muy segura. Es mi Himalaya particular: no es que sea imposible de escalar pero cuando vas sin entrenar no es aconsejable. 

- Lo vas a conseguir, ¡tú puedes con todo!
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No me comprometo a tanto. Mi respuesta suele ser "No lo sé. A ver..." Aunque mi psicóloga me dice que sería más correcto decir "Lo estoy intentando".

Pero tengo que ir pasito a pasito suave suavecito (xDDD lo siento, mi mente funciona así y tenía que decirlo xD). No puedo mirar la cumbre porque me ahogo, solo puedo pensar en el día a día. ¿Y en qué pienso? Pues en que realizo un trabajo que me permite cobrar a fin de mes, un trabajo que consiste en recopilar y ordenar datos, así que es un trabajo útil que puede servir a la gente acabe o no yo la tesis. Eso me sirve, más o menos y no siempre, para continuar poniendo un pie delante de otro, aunque no sepa muy bien en qué dirección voy... Tendré que fiarme de los guías :)

El futuro me cortocicuita, haya o no haya tesis. ¿Qué haré después? ¿Estaré preparada para ello? No me dejan pensar en estas preguntas. No es el momento me dicen. Y probablemente tengan razón.

Lo bueno es que de momento no hay prisas. Tengo mucho tiempo por delante. Puedo ir a este ritmo exigente pero sin correr hasta agotarme. Ya no sé si estoy intentando llegar a la cumbre o simplemente llegar a algún lado o por lo menos no quedarme en donde estoy. Cada día entiendo más a mi hermana, a la que preguntas "¿Cómo estás?" y responde "Viva". Seguimos vivos y eso implica seguir moviéndose, hacia adelante, hacia atrás, hacia donde sea, cuesta arriba, cuesta abajo.




17 julio 2018

El subidón

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Llega después de una época mala... Igual que esta, llega sin avisar. De repente me siento llena de vida. Las dificultades insalvables se convierten en anécdotas. Paso a estar en la cresta de la ola. Cuanto más bajo he caído más alto subo. Tengo ganas de comerme el mundo y sé que, al menos por hoy, no pillaré una indigestión. Duermo bien, como bien, me relaciono más o menos bien. Y tengo unas ganas inmensas de vivir, de disfrutar sacando el máximo jugo posible. Es temporada alta de planes que se habían quedado estancados pero también de planes nuevos que pueblan mi cabeza y me aceleran tanto que, a veces, me cuesta serenarme y relajarme. Ha llegado, para quedarse un tiempo, la radiactividad: desprendo energía a mi alrededor. Prendo fuego a todo lo que toco. 

Es la hora de aprovechar el subidón para escribir, para organizar BCNspiracy, para quedar con amigos a los que tenía más abandonados, ¡para apuntarse a viajes incluso! Y para soñar que las nubes no volverán. 

Sé que no es un estado "normal", igual que percibo que estar de bajón tampoco lo es. Pero he estado tan mal que se agradece este huracán de ideas y fuerzas, esta pausa de hiperactividad absoluta. Hago acopio de ánimos para cuando falten. A veces me acelero tanto que mi familia no me aguanta más y mi psiquiatra se asusta: si me paso de vueltas podría ser un episodio de manía y entonces mi diagnóstico cambiaría a trastorno bipolar. De momento no me ha pasado.

Quizá es que como Ícaro me acerco demasiado al Sol en esta etapa, hasta que se me queman las alas y caigo al abismo, un abismo que parece más profundo cuanto más he subido en esta montaña rusa que es mi vida. 


16 julio 2018

Tú socializas, yo DEPENDE

Vayan por delante mis disculpas a los que, alguna o varias veces, no he respondido ya sea por e-mail o por teléfono o en la vida 1.0 misma. 
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Y es que hay momentos (puede que temporadas) en que las fuerzas se me van en sobrevivir y no me quedan para socializar. ¿Aunque sea un simple whatsapp? Aunque sea un simple whatsapp. Tened en cuenta que cuando estás hecho una mierda, la pregunta qué tal puede ser agobiante. A nadie, creo que ni al más victimista, le agrada tener que repetir en mil ocasiones que se encuentra mal. O bien mentir diciendo que se encuentra bien. Todo tiene un límite. Y no, no exagero al hablar de mil veces: ya solo una puede significar un esfuerzo insoportable. Además, en este mundo globalizado probablemente será más de una porque ¡adivina qué!, desconectarse es muy difícil. Y hay gente que se mosquea si te ve conectada en redes sociales y no le respondes. Pues, puede que nunca te conteste si nunca encuentro esas ganas y fuerzas que me hacen falta. O puede que tarde unos días. Bueno, ya te he pedido perdón, no insistas porque es peor... Puedes hacerme llorar o encerrarme en mí misma mucho más. No creo que sea tu intención pero (me) pasa.

En estas épocas suelo rehuir fiestas y reuniones. Me siento más a gusto en grupos reducidos, con personas conocidas que no me van a suponer ningún reto extra o al menos este esfuerzo no será insoportablemente insoportable. Siento si te doy plantón a última hora. Puede que haya intentado engañarme hasta el final y luego quedarme hecha polvo por no haber conseguido ir. Puede que vaya y acabe desesperada, hasta llorando, porque también me siento mal cuando veo lo fácil que sale socializar a los demás y a mí me cuesta la vida. 

Sí, me viene bien salir de mí misma, salir a la calle, encontrarme con gente... Pero no siempre soy capaz. Respeta mis tiempos. Créeme que lo estoy intentando. Puede que cuando menos te lo esperes contacte contigo para pedirte un paseo, un helado o un café. Bueno, café no tomo, será más bien una Coca-Cola o una birra si las pastillas están más o menos bajo control y me lo permiten.

Para ser yo misma y hacerte reír, necesito mi espacio, sentirme cómoda y sobre todo segura. No siempre puedes asegurarme estas condiciones. Puede que me veas cacharreando con el móvil. Es mi pantalla para protegerme del mundo.

Gracias. Por estar ahí, por apoyarme, por tratar de entenderme. De corazón.




13 julio 2018

Las vías del tren

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- ¿Por qué estoy obsesionada con las vías del tren si hay otras maneras... Da igual
- No, no, di, di.
- Da igual.
- Podemos hablar de este tema, ¿eh?
Y qué bien sienta hablar sin tabúes del suicidio... Cuando quise suicidarme en 2011 pensé que me había condenado, al menos algo similar había estudiado en clase de religión. Fue gracias a una enfermera durante mi ingreso hospitalario que me enteré que era un síntoma "normal" dentro de un episodio depresivo. Tengo el recuerdo (ya lo conté en esta charla) de un día esperando a cruzar por un paso de peatones, que se me vino a la mente la idea de cruzar en rojo y debí dar algún paso no del todo consciente. Mi cague fue supremo... Ahora me ocurre con las vías del tren. Quien dice tren, dice metro. 

Me alegro de que el otro día mi psicóloga me animara a hablar del tema. La pregunta o tema que me daba vergüenza exponer es que hay otras maneras más indoloras de suicidarse (como empastillarse, por ejemplo), así que ¿por qué estoy obsesionada con las vías del tren? Pues precisamente por eso: porque es una obsesión. No hay peligro de suicidio porque no tengo un plan para hacerlo, en el que probablemente elegiría otra forma. Me dijo que podría ser que simplemente me diera vértigo mirar hacia la vía o estar a cierta altura, y eso, junto al recuerdo del paso de peatones (aún lo visualizo en este momento) me produce ese impulso, esa sensación de que si me descuido, podría saltar. Que, por prudencia y para evitar mi torpeza, me mantenga alejada del borde del andén pero que no es preocupante.

Ah, porque aún no os he contado que si noto un empeoramiento en mis síntomas que afecte directamente a mi vida (como dejar de dormir, dejar de comer o tener ganas de matarme, o empezar a gastar locamente, acostarme con todo el que pille y otras conductas de riesgo) debería ir a urgencias al hospital más próximo. Cosas que tiene mi vida.

Lo dicho. Hablar del suicidio sin tabúes a mí me ayuda. (Aunque puede tener como efectos colaterales pesadillas de accidentes ferroviarios en los que mucha gente se cae a las vías con resultados catastróficos. No hay sistema totalmente ideal, me temo).

12 julio 2018

Un dia(rio) de M

Me aconsejan escribir como terapia. Y la verdad, es que muchas ganas no tengo... 

- ¿De qué escribo?
- De tu situación. Leerte nos ayudará.

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Bullshit. No me lo trago. Si escribo de mi situación lo único que saldrá es un diario de mierda. Puedo escribir de que basta una serie de pequeñas frustraciones para tumbarme y ponerme blandita y llorar por nada. Porque ya no puedo más. Porque no me creo que pueda ser feliz en un futuro. Y lo sé, sé que no tengo razón, sé que estos pensamientos destructivos son la causa (o al menos parte de la causa) de mi hundimiento..., pero no puedo dejar de sentirlos como reales, más reales que la vida misma. Y a ver quién es el guapo que aguanta una realidad así sin ponerse a llorar. Desde luego, tiene mi máxima admiración y yo de mayor quiero ser como él o ella. 

Ahí está otro de mis problemas: no me gusta ser yo. Soy una pesada, quejica y llorica, y me aburro de mí misma. Me gustaría dejarme aparcada, apretar el botón de off un ratito para no escucharme continuamente diciendo o haciendo chorradas. 

Yo quería cambiar el mundo, ¿vale? Y no soy capaz de cambiarme a mí misma. Y esto me desespera. Porque yo quiero hacer grandes cosas y entre esos grandes planes no entra luchar contra una depresión todos los días de mi vida. Claro que uno no elige estas circunstancias y tiende siempre a idealizar la vida y proezas de los demás y no las propias. Aun así, me quejo de que no me mola la vida que me ha tocado. Y punto.

Puedo escribir también de cómo cuando estoy vencida, una noche sin dormir es un infierno de desesperación: las pastillas se convierten solo en caramelos mientras mi cerebro se vuelve loco calculando lo poco que he dormido, lo poco que voy a dormir, y que algo anda mal en mí para estar despierta a esas horas (esto último lo explica fenomenalmente bien James Rhodes en su libro Instrumental). Al día siguiente soy un guiñapo incapaz de hacer nada, no duermo, no trabajo, soy un espectro que deambula en pijama (si estoy en casa), en chándal (si se me ocurre salir a la calle).

Y luego llegan los efectos secundarios de tanta ansiedad contenida. Me viene una diarrea monstruosa y me creo que he pillado algún virus. No, cariño, no, aparte de tu hipocondría, solo es tu cuerpo rebelándose contra ti (y el mundo).

Si me esfuerzo por hacer vida normal, y no lo consigo, lloro. Si alguien, sin querer, me echa en cara no conseguirlo, lloro más y me enfado con el mundo. Si hablo, lloro. Si callo, lloro. Si pienso, lloro. Si hago algo mecánico que me deja espacio para pensar, lloro. Y lloro locamente, con lagrimones que no se pueden contener y me caen por los brazos. Todo mientras intento disimular y que los ojos no se me hinchen demasiado.

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Pero por mucho que me guste recrearme en mi miseria, lo cierto es que, después de tanta tormenta, empieza a salir un poco el sol. Y entre llantos o pensamientos negativos, soy capaz de sonreír y hasta de reírme. Por cosas absurdas. Como leer un cartel que pone "Traslado a Provença" como "Traslado por pereza". No sé, las cosas que me pasan. Y miro a mi alrededor y ahora sí soy capaz de ver que no estoy sola, que más allá de mis narices, tengo amigos con infinita paciencia que me escuchan, me dejan llorar, me abrazan, se acuerdan de mí, me escriben, me aguantan.

Y solo me queda confiar en que mi psicóloga tenga razón: que estos episodios se reduzcan en número, duración e intensidad. Ojalá que sí. Hoy que hace sol dentro de mí, ojalá que dure. Aunque luego el batacazo sea más gordo porque la esperanza es muy traicionera y me hace desear cosas que nunca serán. Pero dejadme disfrutar del sol un poquitín más...