03 junio 2013

Simple facts

Fui a buscar mi alma
estaba metida en una oscura madriguera
lamiendo sus heridas
como cualquier alimaña.
Quise llevarla a urgencias
pero me gruñó al acercarme
y me enseñó los dientes con ferocidad.
Le dije palabras tranquilas
que no consiguieron nada.
Ya no se fiaba de mí.

Sigo siendo aquella niña
que pensaba que debajo de su cama
los terroristas colocaron una bomba,
o la que creía que un Tirannosaurio Rex
aparecería en su terraza
para comerse a la familia entera.

Jugué a ser adulta como todos
y perdí la partida.
Si tuviera que definirme diría
que soy los cuatrocientos golpes
que me han deshecho irreversible.

Soy el preso condenado a muerte
que no quiere la visita de su madre
porque fue quién no la educó
para evitar el cadalso.

Demasiados fantasmas he acumulado desde 1989.
Y a veces me alcanzan en plena maratón
y no sé qué cara ponerles
porque no son bien recibidos nunca.

La música me acompaña cuando no llevo los cascos
porque es la banda sonora que va haciendo
mi vida un poco más tangible.
Los viajes me hacen rebobinar las cintas
del paiasaje, pero no me gusta que mi casa
ya no lo sea, mientras que considero sweet home
al que no debería serlo, y por eso, recurro
a la decoración.

Al final es mejor no seguir acumulando trastos
para facilitar el traslado cuando llega la mudanza,
aún no he logrado aplicarlo al alma.

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